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Son conocidas las mujeres que estuvieron en la vida del rey Jaime I, tanto sus esposas como sus amantes. Si una de ellas destaca en la historia es Dª Teresa Gil de Vidaurre.

Nacida probablemente en Zaragoza, pertenecía a una familia noble que estaba al servicio del monarca, su padre fue D. Juan Gil de Vidaurre. Esta familia era originaria de la localidad de Vidaurre, en el reino de Navarra. Se habían puesto al servicio de los reyes de Aragón durante el periodo de unión de ambos reinos.

De ella se le define como una noble dama de relevantes cualidades: bella, prudente, piadosa y de gran carácter.

Se cree que antes del matrimonio con Violante de Hungría, Teresa y Jaime I ya se conocían y es probable que mantuvisen una relación sentimental, aunque algunos autores lo retrasan hasta 1238. De echo nombra en su Crónica a una “dona Teresa”, así como en varios documentos donde interviene la figura del rey fechados en aquella época. Presumiblemente sea ella esa Doña Teresa.

No obstante, dado que el estatus dentro de la nobleza de ella no era lo suficientemente importante como para ser esposa del rey, así como otros intereses para la Corona, Jaime casó con Violante de Hungría, así como Teresa con Sancho (para unos autores) o Pedro (para otros autores) Pérez de Lodosa, con quien tuvo un hijo.

A la muerte de la reina, y con la sucesión garantizada entre los hijos del rey con Dª Leonor de Castilla y Dª Violante de Hungría, Jaime y Teresa no ocultaron su relación puesto que la retomaron, llegando, incluso, a prometerle matrimonio ante un testigo que daría fe de ello. Cabe citar que Teresa también había enviudado.

El matrimonio no se celebraba, pero el rey la reconocía como “mujer nuestra” y la trataba como tal. Fruto de esta relación nacieron dos hijos, a quienes les llamaron, paradógicamente, Jaime y Pedro. Se desconoce por qué no llegó el momento del enlace, pero se cree que se produjo porque ella, como hemos dicho, era de rango social inferior a Jaime y los nobles no darían su aprobación.

Durante el tiempo que duró la relación entre ambos, el rey le dio privilegios y posesiones, entre ellas la Villa de Jérica, que desde 1255 sería Señorío, siendo Teresa la primera Señora de Jérica. También adquirió otras poblaciones, haciendo del Señorío de Jérica uno de los más importantes dentro del Reino de Valencia y de la Corona de Aragón.

Pasados unos años, y conocida la promiscuidad del rey, este mantuvo una relación sentimental con Dª Berenguela Alfonso, sobrina de Alfonso X “El Sabio”, a la par yerno de Jaime, cuando todo se acabó.

Teresa reivindicó ante el Papa la promesa que el rey le hizo en su día y pidió que se reconociese como efectiva. Por este motivo surgieron desavenencias y el rey la repudió definitivamente alegando que ella tenía lepra.

El testigo que podría haber dado fe no pudo hacerlo, al parecer porque había fallecido. A pesar de ello, el Papa Clemente IV, el 17 de febrero de 1266, confirmó la unión de ambos ante los ojos de Dios, puesto que había existido una unión carnal con hijos. Exactamente sus palabras fueron: "Licet verum non fuerit matrimonium, sic tamen initiatum extitit, ut verum et consummatum fieret carnali copula subsequuta" (Aunque no haya sido un verdadero matrimonio, así, no obstante, se inició, para hacerse verdadero y consumado por la unión carnal subsiguiente). El monarca insistió en que se disolviese, pero el divorcio en una cosa “contraria a Dios, abominable para los ángeles y monstruosa para los hombres”.

A la muerte de Berenguela, Jaime se enamoró de otra dama, intentado por segunda vez, esta vez ante Gregorio X, la disolución del vínculo. Pero el Papa, de forma enérgica le fulminó con nuevas represiones, cuestión que no pudo zanjarse porque el rey falleció.

En el último testamento de Jaime se reconoció a Jaime y Pedro como hijos legítimos, con derecho a la sucesión a la Corona. Jaime fue señor de Jérica cuando alcanzó su mayoría de edad, y Pedro de la localidad oscenese de Ayerbe. Si el azar lo hubiese querido, Jaime de Jérica podría haber sido rey de Aragón, Mallorca y Valencia, y todos lo demás títulos. Teresa nunca fue reconocida como esposa ante la Corona.

La Casa de Jérica duraría sobre 150 años, hasta la muerte de Juan Alfonso sin sucesión, pasando el Señorío a la Corona con Pedro el Ceremonioso.

Teresa acabaría entrando en el Monasterio de Gratia Dei, en el llano de la Zaidía de Valencia, que ella misma había fundado en terrenos que Jaime le donó años antes. Su muerte fue posterior a la del rey. Fue enterrada en el Altar Mayor de la iglesia del monasterio.

En 1517 hubo una gran riada en Valencia, el edificio sufrió daños, pero el cuerpo de Dª Teresa se encontraba intacto e incorrupto.

En la actualidad sus restos reposan en el Monasterio de Gratia Dei en Benaguacil, donde fueron trasladados a mediados del siglo XX.

La localidad de Jérica quiso rescatar a esta señora en el año 2000 y la relación que tuvo con la Villa, teniendo en cuenta que, tanto cuando fue Señorío como cuando fue Villa Real, gozó de privilegios que le llevaron a ser una de las poblaciones más importantes del Reino de Valencia. Por ello, el mercado medieval, que comenzó ha hacerse en 1999, se le dio du nombre y se realizaban representaciones escénicas para dar a conocer su vida, la relación con el rey y la donación de Jérica.

Cabe recordar que, gracias a su relevancia e importancia, fue Señorío hasta 1369, pasando a manos de Pedro el Ceremonioso como Bien Real. En 1372 se crea el Condado de Jérica para Martín, quien sería rey de Aragón, volviendo a ser Villa Real, excepto el periodo de los Zarzuela y el Duque de Calabria, entre 1431 y 1564 (aún así, por poco tiempo, volvió a ser Villa Real con los Reyes Católicos entre 1479 y 1537). Felipe II volvería a incorporarla a la Corona en 1564. Desde 1707 formó parte del Ducado de Liria y Jérica, hoy título que ostenta el Duque de Alba.

Teresa fue la primera de esta larga lista.