El triángulo de Jérica-Viver-Caudiel es el de mayor concentración de hallazgos epigráficos del Alto Palancia. Jérica con sus 29 inscripciones representa el 44% del conjunto, de lo que se desprende un alto grado de romanización en la zona.
La arqueología demuestra que la comarca estaba densamente poblada de villas, (masías), sin embargo no hay restos que prueben la existencia de un municipium. La filología histórica sugiere un núcleo importante de habitación en Segorbe. La ausencia de magistraturas municipales en las inscripciones (los gobernantes de la ciudad) es otra prueba que refuerza la ruralidad de la zona.
Todo el conjunto de la colección es de carácter rural y funerario. Las lápidas se labraron en un officina lapidaria local (taller), situado en un lugar indeterminado en el entorno jericano. Claramente identificado por la forma de las piezas y por el tipo de material empleado, es el único de carácter rural en tierras valencianas.
Se conservan 16 inscripciones y un bajorrelieve, aunque hay documentadas 13 más, desgraciadamente desaparecidas. Sabemos la procedencia de doce de ellas, encontradas en diferentes partidas del término municipal, (Paredes, La Torre, Navarza, Cruceta, Partidor, Cuaranta y Cascajar) fueron gradualmente transportadas a la población y colocadas en las fachadas de las casas.
Bajorrelieve "El Oferente"
Todas están labradas en caliza local muy compacta de distintas variedades de gris, predominantemente oscuro, que a veces presenta vetas de color blanco, lo que le otorga un aspecto marmóreo. Estelas, losas y bloques son los soportes donde se realizaron las inscripciones. En este conjunto hay 6 estelas exentas que forman un grupo propio de Jérica, pudiendo ser lisas o con un marco moldurado. El resto son 8 losas y 2 bloques, uno de ellos de gran tamaño.
Otra característica que muestra la originalidad de este taller, es el empleo de un esquema arquitectónico muy sencillo (aedicula figurada) representado en la cara frontal, con dos pilastras laterales formadas con estrías y contraestrías (rudenturae), rematadas con capiteles corintios muy esquemáticos, todo ello coronado con un pequeño tímpano y pulvini (donde la voluta se recoge sobre sí misma, a modo de cojín).
A veces las inscripciones están rodeadas por una doble moldura, que empieza a utilizarse a partir de época flavia, último tercio del siglo I d. C. Si hay separación entre palabras, es mediante puntos, bien con forma triangular o con la hoja de hiedra (haedera dintinguens).
En el texto se menciona el nombre (trianomina) y edad del difunto. Al indicar esto, junto a la filiación (nombre del padre) y sabiendo que se heredaba su apellido, podemos reconstruir las familias que vivieron en este territorio. Por la edad de la defunción se ha podido calcular la media de vida, que en los siglos I-II d. C., fecha a la que pertenecen las inscripciones, estaba en torno a los 40 años.
También aparecen otros datos como el parentesco, los más frecuentes son: esposa, marido, hijo/a, madre. En algunos casos se indica la procedencia del difunto (EDETANVS de Edeta Lliria). A través de los apellidos y apodos, se pueden establecer relaciones con los territorios vecinos como el caso de Saguntum o Edeta.
La condición social del individuo es reflejo de cómo se componía la sociedad romana, a veces en las inscripciones figura, además de los propietarios, otras clases, como los libertos y siervos.
La fórmula final H(IC) S(ITVS) E(ST) en singular o S(VNT) en plural (Aquí yace/n), es la sencilla, que varía según la condición del difunto. POSVIT, y FECIT, son más lujosas; en este caso aparecen en las de mayor calidad.
Una inscripción se encontraba en un monumento funerario (cenotafio) la de QVINTIA PROBA, que estaba en un arco. La prosperidad económica en las provincias del Imperio se ve aquí reflejada en familias ricas que muestran su poder en un medio rural, como es el caso de los Porcios, terratenientes en esta zona. La construcción de un arco en un medio rural es poco frecuente, además en ésta se menciona el coste del mismo, y la dedicante es una mujer. Un caso similar se da en otro arco en Zadar (Croacia), también dedicado por una mujer a su familia, pero en un entorno urbano y más tardío, s. III.
La cronología de estas lápidas se establece en base a varios criterios como son: el tipo de letra, la puntuación, el formulario, la presencia de adjetivos elogiosos, el tipo de monumento, que lleve o no moldura rodeando el campo epigráfico, etc., todas se han datado entre el siglo I y II d. C.
Además de estos soportes epigráficos, se han encontrado otros restos arquitectónicos moldurados que formaban parte de monumentos funerarios. El bajorrelieve que obra en este museo es único en la zona. Representa una escena de labra tosca en la que un personaje tocado y con vestidura talar aparece ante una divinidad entregando su ofrenda.
Lápida romana conmemorativa